Asilah, refugio de artistas
Asilah o “Azayla”, como lo pronuncian los habitantes de la región, es un precioso pueblo de casitas blanquiazules que se encuentra a tiro de piedra de Tánger. Aunque menos turística que esta última, se niega a vivir a la sombra de su vecino y ha construido una identidad y un nombre que atrae a turistas de todo el mundo.
Es un pueblo tranquilo, de poco más de 10.000 habitantes, razón por la que sirve de refugio a muchos artistas nacionales y de otros continentes.
Aunque cualquier momento es bueno para visitar este enclave costero de origen fenicio hermanado con la portuguesa Sintra, es en verano cuando el lugar está más animado, ya que coincide con la celebración de alguno de sus festivales culturales.
Quizás sea en invierno cuando Asilah muestra su cara más auténtica. Es una delicia pasear entre las sombras de sus inmaculadas callecillas llenas de murales o asomarse a sus almenas bañadas por el océano Atlántico.
El exterior de la Medina es el hogar de la Asilah cotidiana con sus mercados, tiendas, administraciones, escuelas y tiendas, pero tan pronto se cruza la gran puerta de la Medina nos sumergimos en el auténtico universo de Asilah. La Medina es pequeña pero preciosa, con su muralla, sus pequeñas casas blancas, sus tiendas de artesanía, y sus murales pintados de verde y azul que nos llevan hasta el mirador, también llamado Borj al-Bha, donde se ofrece una magnífica vista del Atlántico.
Asilah es el destino secreto de hippies y de artistas, con una influencia de la cultura mediterránea que hace de ella uno de los lugares más conservados, atractivos y acogedores de Marruecos.