Azul y blanco, colores sagrados en Marruecos
El blanco se regocija con las fragantes flores del jazmín. El jazmín florece entre junio y octubre, recolectado a mano antes del amanecer, las flores se procesan por extracción: se necesitan ocho mil flores para cosechar solo un kilo de jazmín.
Blanco azulado como las aguas del Atlántico, salvajes y espumosas, empujándose al pie de los acantilados o desvaneciéndose al llegar a la orilla arenosa. El azul-blanco de los pueblos costeros, el azul de los barcos pesqueros sabiamente alineados en el puerto de Essaouira y la cerámica azul-blanca de Fez con elegantes diseños.
Blanco de ropas tradicionales y paredes encaladas, blanco de sémola de trigo o semilla de cebada rebozado con un poco de harina y agua, base del cuscús.
La lima blanca mezclada con pigmentos azules conserva la frescura y repele los insectos. Los callejones juegan con la luz, hundiéndose bajo los arcos que conectan las casas entre sí, mientras el reflejo de la cal simula el color frío del glaciar en Chefchaouen.